Nelson Gabriel tiene cinco años. Sufre un tumor renal agresivo y permanece hospitalizado en el Julio Méndez Barreneche, mientras su familia clama por una remisión urgente que la EPS aún no autoriza.
“Están dejando morir a mi hijo, necesito que lo trasladen”. Con esa súplica, Nelson Colina resume la angustia que lo consume desde hace más de un mes. Su hijo, Nelson Gabriel, de tan solo cinco años, permanece hospitalizado en el Hospital Julio Méndez Barreneche de Santa Marta con un diagnóstico devastador: un tumor renal que avanza con rapidez.
Nelson Gabriel fue internado el pasado 15 de marzo con fiebre persistente y un fuerte dolor en el costado derecho. El diagnóstico médico no dejó espacio para la espera: una masa tumoral que, en apenas ocho días, creció de 5.3 a 7.1 centímetros. Los especialistas recomendaron una remisión inmediata a un centro oncológico pediátrico, donde pudiera recibir el tratamiento adecuado. Sin embargo, la autorización no ha llegado.
“La EPS (Nueva EPS) exigió una biopsia antes de aprobar el traslado”, cuenta el padre del menor. Mientras los trámites se dilatan, el tumor no da tregua.
El niño fue dado de alta temporalmente, pero debió regresar de urgencia al hospital días después. Hoy permanece postrado en una cama, dopado con medicamentos que apenas mitigan el dolor. Su cuerpo se debilita y su mirada se apaga, mientras las respuestas institucionales se enredan entre radicados, correos y promesas sin cumplimiento.
“Papi, ¿por qué no me curan?”, le preguntó hace unos días con voz apagada. Su padre no tuvo respuesta. Solo pudo abrazarlo y mentirle con esperanza: “Todo va a estar bien”.
Nelson Gabriel no grita. No tiene fuerzas. Solo se aferra a la mano de su papá, mientras el tiempo y la indiferencia amenazan con arrebatarle la vida.
La familia hace un llamado urgente a la EPS y a las autoridades de salud para que actúen con la celeridad que el caso requiere. “Cada día que pasa, mi hijo se apaga un poco más”, dice su padre entre lágrimas. “Y yo me desmorono viendo cómo nadie hace nada”.